Hace un par de años hice un viaje inolvidable por la Costa Amalfitana junto a mi esposo y una pareja de amigos. Aquí he resumido un listado de los consejos logísticos que aprendí durante ese trayecto, para aprovechar mejor las visitas a los puntos más interesantes del recorrido.
POR: Katingo Haché de Santelises
[1] MEJOR EN CARRO
Nosotros alquilamos un carro Peugeot con un módem WiFi portátil, y ahí comenzamos el recorrido, desde Siena. Si bien en el área de la costa amalfitana las carreteras son curvas, están muy bien hechas y pensadas para la protección del conductor.
Teniendo el carro, esa independencia vehicular nos permitió hacer paradas en los puntos que nos llamaban la atención: por ejemplo, al salir de Siena vimos un pueblecito entre murallas y en el mercado local probamos comida típica de la Toscana, muy cremosa, porque al no estar en la costa está hecha con ingredientes que vienen de la tierra –carne, mucha berenjena–. Asimismo, en ese recorrido de seis horas desde Siena descubrimos que lo más chulo del mundo es pararse en las estaciones de gasolina de la carretera, cuyas tiendecitas venden la mejor pizza y la mejor mozzarella del mundo –y también unos cappuccinos increíbles, unos salamis de ensueño, panes frescos y platos de pasta al dente–. ¿Quién se lo hubiese imaginado?
Ahora, ojo: a veces el carro no llega a todas partes. En la zona de Capri los taxis son acuáticos, por lo accidentado de la geografía de la zona, y hay pequeños pueblos en donde no se permite la entrada de autos sin permiso de circulación local, por lo cual deben quedarse estacionados fuera.
[2] ¡VIVA LA MODA ITALIANA!
También en Siena pudimos pararnos en un centro comercial tipo outlet llamado The Mall, en donde marcas locales como Prada y Miu Miu tienen artículos como zapatos, carteras y ropa a mitad de precio. Para que tengan una idea de qué tan buenos son estos precios: ¡Era increíble ver a las compradoras japonesas cargando bolsas de compra casi más grandes que ellas!
[3] UN HOTEL PARA RECORDAR
Al llegar a la provincia de Salerno, en el pequeño pueblito de Conca dei Marini, nos hospedamos en el Monasterio Santa Rosa, un albergue religioso del siglo XVII que, tras ser convertido en hotel, tuvo como primeros huéspedes al Príncipe Alberto II de Mónaco y su esposa Charlene.
Desde sus 20 habitaciones, gracias a su ubicación en una colina, se tiene una vista hacia la bahía de Salerno. La nuestra contaba con una terraza que muchas veces sirvió de lugar de reunión post-cena, para compartir unos cócteles y unos tabacos, o para ver pasar la tarde observando las embarcaciones debajo. Hospedarnos en ese hotel fue, en pocas palabras, una experiencia en sí.
[4] EN EL MAR LA VIDA ES MÁS SABROSA
En Capri alquilamos un bote, con la suerte de hasta tener un capitán cubano, para así conocer la Gruta Azul y la Gruta Verde. En ese recorrido entonces llegamos a la Marina Chica, donde tomamos la telesilla cercana que lleva al pasajero de Capri a Anacapri. Mi esposo y nuestro amigo aprovecharon para bañarse en medio de las aguas de color azul profundo, ya que lo único que abunda en la zona son los delfines.
Ya fuera del mar sale a relucir el típico limón amarillo de Capri y el limoncello que es un souvenir que no debe faltar en una maleta. También aconsejo comprar uno de los platos de cerámica oriundos de la zona, de colores amarillo y azul.
[5] OTROS HOTELES
El hotel más famoso de Positano es Le Sirenuse, y sus vistas impresionantes solo compiten con las icónicas ostras de su restaurante. Desde allí se pueden ver las casas de veraneo de muchas celebridades italianas, como la mítica Sophia Loren.
Hay otro hotel llamado Santa Caterina que no está en el mismo Positano, pero queda a un paso de Sorrento. A su alrededor se pueden recorrer las callecitas peatonales y almorzar en el primer restaurante que se vea, porque todos son ricos. Se come buena pasta, buenos mariscos, buen pescado… ¡y la mozzarella allá es como el plátano aquí!
Por último, de quedarse en Ravello una opción es el Belmond Hotel Caruso. Si Positano es alto, Ravello es estar en las nubes, así que las vistas son una belleza, pues uno parece estar suspendido en el aire.
Y claro, si hacen como nosotros y vuelven a República Dominicana por Roma, es recomendable pasar al menos una noche en el Hotel Cavalieri, de la cadena Waldorf Astoria. Este hotel queda un poco alejado del centro, cerca del Vaticano, pero es casi una ciudad en sí mismo, con una de las cavas de vino más grandes de Italia.
Si esto les alimentó la curiosidad y desean cualquier otro consejo sobre la zona, ¡no duden en contactarme o a cualquiera de nuestros asesores de viaje!
Fotos: Katingo Haché de Santelises