POR: Ana Lia Arredondo
En mi familia extendida acostumbramos hacer un viaje juntos una vez al año —algunos de mis familiares viven en otros países, y esta es una oportunidad que aprovechamos para estar juntos—. Este año los 31 —entre mi familia de apellido y mi familia de cariño— nos decidimos por un crucero, y el Carnival Vista fue la embarcación ganadora.
El Vista es un crucero nuevo; de hecho, hace unas semanas nosotros estuvimos a bordo del que fuese su segundo viaje. Parte de Miami, sigue hacia la Isla Gran Turca, de ahí a San Juan en Puerto Rico, para seguir a San Cristóbal. De Sint Maarten pasa dos días en el mar y entonces retorna a Miami.
Fuera de este itinerario de paradas —divertido para todas las edades de los familiares que hicimos el recorrido—, lo que más me llamó la atención fue lo que estaba dentro de la embarcación en sí. Por eso, acá les dejo con mi Top Cinco del Carnival Vista.
[1] EL ENTRETENIMIENTO NO PARÓ
En el Vista no permitían que te aburrieras. Entre todas las opciones que tenían sobre el escenario, nosotros nos volvimos locos con dos: un musical netamente cubano y un show de comedia tres veces al día. Sobre este último, los diurnos eran para toda la familia, pero el último, nocturno, era solo para mayores de 18 años. ¡Ya saben dónde podían encontrarnos todos los días después de cenar!
[2] UN SERVICIO MUY NUESTRO
Hablando de la cena, nosotros solíamos cenar todas las noches a las 8:15 de la noche en Horizons, el restaurante a la carta del crucero. Éramos un grupo tan grande que precisábamos cuatro mesas, una al lado de la otra. En la mesa que me tocó, nuestro mozo era de Cali. Al poco tiempo, él ya se acostumbró a nuestros horarios: sabía que nos tomábamos la hora dominicana muy en serio y que solíamos llegar tarde, así que nos preparaba los panes y las entradas para poder servirlos al instante de llegar. Las primeras noches yo le solicité como plato la recomendación del chef, y a partir de la tercera nunca tuve que hacerlo —me la elegía de forma automática—. Igual mis familiares solían pedir papas fritas, y después de la segunda noche las traía como cortesía. Cada noche nos daba consejos sobre lugares a visitar en la parada del día siguiente, desde restaurantes hasta lugares para tomar un trago. ¡Eso sí que es servicio!
[3] SUSHI CON RES
Aparte del Horizons, también pude probar la comida de los otros restaurantes. En el japonés pude probar varios servicios de sushi; otro de mis preferidos fue el Steak House. Sin embargo, el que más visité fue el cafecito donde tenían desde cappuccinos hasta café helado —todos por unos tres dólares por porción—. En el pub de estilo irlandés no solo se puede probar buena cerveza, sino que también se puede jugar con ella: mis primos se registraron para un mini-torneo de beer pong, y terminaron ganando una jarra de cerveza alemana.
[4] LIMPIEZA EXPRESS
Las amas de llaves parecían tener un radar: desde que yo ponía un pie fuera de la habitación, ellas se daban cuenta y la arreglaban. ¡Qué detalle! Nunca volví a entrar a mi unidad sin verla prolijamente arreglada.
[5] LA NOCHE LATINA
Después del show de comedia pasábamos a La Habana, un bar-discoteca con un repertorio totalmente latinoamericano. La banda que tocaba en vivo estaba compuesta por integrantes totalmente dominicanos, ¡y ya se imaginan la camaradería que se dio entre nosotros! El grupo tocaba bachata, merengue, son cubano, salsa colombiana… ¡Todo buenísimo! Disfrutamos tanto esta discoteca que, todas las noches, nosotros básicamente nos encargábamos de cerrarla a la una de la mañana. ¿Quién puede contra tantos dominicanos juntos?
Fotos: Ana Lia Arredondo y Carnival