POR: Heidy Roque
Como típica dominicana, una escucha desde chiquita que nuestro país tiene de las mejores playas del mundo —y eso se comprueba cuando uno va fuera y compara el litoral, la arena y el ambiente de algunos pueblos playeros en el mundo—.
Sin embargo, a veces hay que dejar que el mundo nos sorprenda, y eso me pasó en un viaje reciente a Ibiza, cuando descubrí sus calas.
Estas ensenadas rocosas, casi acantilados, están presentes en una gran parte de la costa. Mi compañera de viaje —Raquel, quien les tiene una entrada sobre su experiencia en Palma de Mallorca— y yo tomamos un autobús para recorrer varias de un solo tiro. A unos 25 minutos del puerto llegamos a la Cala d’Hort, y me impresionó la vista, que me dio una sensación de inmensidad y una variedad indescriptible de tonos cristalinos en el agua.
En la segunda cala, llamada Comte, esta vez disfrutamos del agua cristalina desde dentro, con la arena suave y un clima maravilloso —hacía sol pero no quemaba, gracias a la brisa fresca que hacía—. ¡Me sentía dentro de una película!
Con esta visita comprobé que, a pesar de tener tanto buen material dentro de nuestra media isla, los dominicanos también debemos aventurarnos a vivir la experiencia playera de otras maneras.
Fotos: Heidy Roque