POR: Raquel Guerrero
El resort de esquí Mont Tremblant es popular entre nuestros clientes, pues visitarlo en invierno da para combinarlo con una escapada cultural a Montreal o la ciudad de Quebec –y a veces hasta Ottawa y Toronto–.
Ahora, la fama de las pistas en sí es muy merecida: este sector de las montañas Laurentinas ofrece unas 600 hectáreas de posibilidades, con unas 95 pistas para todos los niveles. Yo, que soy principiante, pude disfrutar a mis anchas, mientras veía a los reales verdugos hacer de las suyas en las pistas más difíciles. ¿Qué me dijeron ellos? Que Mont Tremblant es popular entre los que practican el deporte porque la nieve se siente más húmeda y eso ayuda a deslizarse mejor.
Además, quedé fascinada con la vista en sí: esquiar con tantos lagos helados y montañas de fondo —el pico más alto tiene más de 800 metros de altura— es toda una experiencia. ¡Y me volví loca con tantos cafecitos y tiendecitas y restaurantes de autor debajo!
Sin embargo, si me preguntan por mis actividades favoritas durante mi visita a Quebec, Mont Tremblant estaría en segundo lugar. ¿Por qué? Porque existen el Parque Nacional de La Mauricie y la reserva Taureau.
Romper el hielo… para pescar
Ubicado a tres horas en vehículo del resort de esquí, La Mauricie tiene 150 lagos en sus 536 kilómetros cuadrados. ¿Y qué se hace con tanto lago y bosque congelado durante el invierno? Miren una actividad con uno de ellos, por ejemplo: en español, el nombre Lac-à-l’Eau-Claire significa “lago de agua clara”. A su alrededor hay albergues —yo me alojé en unos condominios de estilo rural— y restaurantes, pero para mí lo más interesante en cuanto a comida tiene lugar en el agua misma: es posible pescar en el lago congelado.
Salí temprano en la mañana, y a las nueve ya estaba preparada sobre el hielo. Vi cómo mi guía hacía un agujero en la capa helada —de unos 10 centímetros de grosor— y luego me instalé con mi caña y mi anzuelo. Tres horas y tres truchas después, me sentía una campeona —aunque una de mis acompañantes nos arruinó a todos con sus cinco ejemplares—.
Con este botín en manos, un chico de la zona las fileteó y las cocinó a la sartén en su estufa de gas, ahí a la intemperie. Sumen a eso un poco de vino blanco, el calor del pescado y el frío alrededor, la belleza del paisaje nevado y la emoción casi infantil de entrar en contacto directamente con la cadena alimenticia: ya entenderán por qué, para mí, la pesca blanca fue memorable.
Agarrar el toro por los cuernos… en Lac Taureau
Hubo otro momento en este viaje que me llevó directo a mi infancia: poder andar en motos de nieve alrededor del paisaje del Lac Taureau, en la reserva del mismo nombre. No puedo describir la sensación de libertad de recorrer algo que parece un mar blanco… ¡Creo que así debe verse la luna! Aparte, pudimos ir haciendo paradas en ríos que se descongelaban poco a poco por la llegada de la primavera, para ir notando la diferencia paulatina en el paisaje.
Eso, junto a la posibilidad de después recorrer la nieve a pie en otra zona, sobre raquetas, me completó la experiencia.
Si van a Quebec de esquí, les recomiendo totalmente complementar el viaje con estas experiencias. Y si se animan a armar un viaje, ya sea para turismo de nieve o para descubrir la naturaleza en verano, ¡no dejen de contactarnos en Viajes Alkasa!
CÓMO LLEGAR
Yo hice mi trayecto aéreo comodísima gracias a los vuelos directos que tiene Air Transat. Desde los aeropuertos de Punta Cana y Puerto Plata es posible viajar a Montreal (YUL), a Toronto (YYZ) y hasta a Quebec (YQB). La periodicidad de los vuelos varía según la temporada del año, pero hacen el recorrido prácticamente todos los días.
Fotos: Cortesía de Raquel Guerrero