POR: Ana Santelises de Latour
Ya lo he comprobado una y otra vez: las excursiones personalizadas que ofrece la red Signature tienen un nivel increíble. Cuando creía que nada me podía sorprender después de todas las experiencias positivas que he tenido, mi esposo y yo reservamos un pasadía en bote por el Lago Como en el norte de Italia.
Fue, ahora que lo pienso, la experiencia más hermosa que tuve durante todo ese viaje por el norte de Italia. La diferencia entre un tour normal y un tour preparado junto a un especialista Signature es increíble.
Para comenzar, nuestro capitán y nuestra guía nos pasaron a recoger en el muelle de nuestro hotel —lean aquí mi reseña sobre el fantástico Villa d’Este—. La embarcación tenía un techo móvil y sillones muy cómodos dentro. Mi esposo, que es fanático de los botes, inmediatamente se dio cuenta de que era uno de muy buena manufactura, y mucho más elegante que la mayoría de las embarcaciones que nos rodeaban.
Ahora, ¿saben por qué les digo que estos tours son verdaderamente personalizados? Nuestra guía nos comenzó indicando los puntos que muchos desean ver… por ejemplo, la villa de George Clooney. Sin embargo, inmediatamente se dio cuenta de que a nosotros no nos llamaba la atención este pedigrí hollywoodense, sino que nos encantaba escuchar trivia histórica. Ahí cambió la marcha inmediatamente, y nos contó que Mussolini fue asesinado por un grupo de partisanos en Giulino di Mezzegra, un pueblito de la zona, y que existe el rumor de que Churchill fue después para tratar de encontrar unas cartas secretas que nunca aparecieron. ¡Qué intriga!
Nuestra primera parada fue en la punta de una península cercana a Mezzegra, donde está ubicada la Villa del Balbianello. El último propietario de esta villa, construida en el siglo XVIII, fue un viajero y coleccionista empedernido. Al morir, su decisión fue conceder la villa al Estado, haciendo la salvedad de que la propiedad nunca podría salir de manos italianas. Ahí pudimos admirar, aparte de la impresionante arquitectura de la residencia, su colección de objetos provenientes de excavaciones precolombinas, de artefactos de varias dinastías chinas y objetos de arte proveniente de la zona del Himalaya. ¡Ojalá cualquier museo con esas piezas!
Ahora, durante la visita nos dimos cuenta de un detalle interesante sobre nuestra situación: entre todos los visitantes con guías locales, notamos que la nuestra tenía prioridad para entrar a los espacios, y que nos permitían circular de forma privada. En otras palabras: los guías Signature por lo general tienen buenos contactos y un historial senior en los lugares en los que trabajan.
Nuestra próxima parada fue un paseo por Bellagio, donde pudimos ir de compras y tomarnos una cerveza. Sin embargo, la parada más increíble fue para el almuerzo en la Locanda dell’Isola Comacina, un restaurante con un menú de siete tiempos que no cambia desde hace más de 40 años. Desde vegetales a la parrilla, pescados a la sal, unos pollos de una suavidad increíble, café con brandy y peras al licor, fue la mejor comida que mi esposo y yo tuvimos en todos esos días —y en Italia, eso es MUCHO decir—.
Al retorno, felices de haber tenido tan grata experiencia, nos esperaba otra sorpresa: el capitán se dio cuenta de que Mario, mi esposo, se la había pasado admirando el bote. Como regalo de despedida, le entregó el timón —y hasta esta que está aquí hizo de capitana por unos minutos—. Fueron siete horas que ambos todavía atesoramos.
Fotos: Cortesía de Ana Santelises de Latour