Aroma es uno de nuestros restaurantes favoritos en la capital italiana; casi que lleva su nombre, como si fuese una dedicatoria a la ciudad (A Roma), y se merece ese honor. Fuera del menú, que recoge y eleva lo mejor de la cocina de la bota –por eso ha sido merecedor de una estrella Michelín–, está su esplendorosa vista: ir allá significa sentarse a la mesa no solo con allegados, sino con el Coliseo mismo, que queda justamente frente a este establecimiento de azotea. Es casi como vivir una de las escenas más memorables del maravilloso filme La Grande Bellezza, con esas majestuosas ruinas al frente como si fuese algo cotidiano.
Dimos con Aroma por la recomendación de una pareja de amigos dominicanos que ya habían estado; en ese viaje, hecho en 2013, nosotros nos quedaríamos apenas una noche en Roma, y ellos nos habían asegurado que esta visita era la mejor forma de pasar ese tiempo limitado. En ese entonces, el restaurante todavía no había recibido su estrella de la guía gastronómica, pero como si la tuviese: más allá de los platos, que celebraban lo mejor de la temporada de cosecha en el campo y los frutos de los mares que rodean al país, el maridaje estaba exquisitamente pensado, y el servicio nos hizo sentir, aunque primerizos, como si todos los días subiésemos al Palazzo Manfredi a cenar.
Comer calamares, botarga y pasta fresca bajo el cielo de Roma, en una villa del siglo XVIII con uno de los mayores iconos de la ciudad como fondo: que nos disculpe Fellini, pero esta experiencia también es de dolce vita.
DIRECCIÓN: Via Labicana 125
Foto: Vía Due Sarte Blog
Wao!! Me dieron deseos de ir a cenar allí, en ese lugar de ensueño.