En el Belmond Andean Explorer

Uno de nuestros contactos en Perú, Ronald Vera, estuvo a bordo del tren de lujo en un recorrido de tres días y nos contó su experiencia paso a paso

¿Leyeron nuestra entrada sobre el nuevo tren de lujo Belmond Andean Explorer en territorio peruano? Si les llama la atención, les tenemos un empujoncito para motivarles aun más: uno de nuestros contactos en Perú, Ronald Vera, hizo un recorrido de tres días en la ruta Peruvian Highlands, que recorre Cuzco, Puno y Arequipa. Al retornar, compartió con nosotros una bitácora detalladísima de su experiencia.

POR: Ronald Vera

DÍA 1: CUZCO-PUNO

Dejamos el hotel a las 10:30 a.m. y llegamos a la estación de tren Wanchaq alrededor de 10:50 a.m. Nuestro equipaje fue recogido y nos invitaron a disfrutar de algunas bebidas locales. Con el sonido de la música peruana algunos bailarines salieron y celebraron con nosotros el comienzo de este increíble viaje.

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Una vez a bordo, nos dirigimos al vagón lounge y la tripulación fue presentada. ¡Incluso teníamos una enfermera a bordo! Belmond tiene un acuerdo con la clínica CIMA, por lo que si algún huésped se enferma debido a la altitud, recibirá inmediatamente la atención adecuada por parte de profesionales.

Después del brindis nos llevaron a nuestras cabinas. Me dieron una Junior Suite, y tengo que decir, ¡es muy agradable! Aunque el espacio es limitado —13 metros cuadrados, aproximadamente—, la habitación lo tiene todo.

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Cada cabina tiene tanques de oxígeno disponibles, pero solo se pueden usar bajo la supervisión de la enfermera. No hay sistema de teléfono en la habitación, pero hay alarmas que se pueden utilizar para llamar al personal si necesitamos algo. Hay enchufes de 110V y 220V en la habitación, pero no WiFi. La habitación tiene un pequeño armario con batas, pantuflas y una caja de seguridad, así como secador de pelo disponible bajo solicitud.

Después de un corto tiempo para descansar, disfrutamos de algunas bebidas en el bar del Observatorio y tuvimos un almuerzo de tres platos en el coche comedor. Se incluyeron bebidas no alcohólicas y alcohólicas.

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Después del almuerzo fuimos trasladados al sitio Arqueológico de Raqchi, a unos 10 minutos en automóvil. La caminata durante el viaje fue muy fácil, con terreno plano la mayoría del tiempo. La visita duró unos 40 minutos. Luego nos trasladaron de vuelta al tren y fuimos recibidos por el personal con toallas húmedas para refrescarnos.

A nuestra llegada disfrutamos de una deliciosa hora del té. Luego tuvimos poco tiempo para descansar antes de salir de nuevo en La Raya, el punto más alto de la ruta Cuzco-Puno, aproximadamente a 4,300 metros sobre el nivel del mar. ¡El paisaje es increíble! Estaba un poco frío afuera, pero nos dieron algunas mantas y cuando volvimos nos recibieron con un ponche de almendra caliente, perfecto para calentarse.

Luego disfrutamos de un cóctel antes de la cena y pasaron algunas rondas de canapés, mientras disfrutamos de música de piano en vivo. Finalmente, tuvimos una cena de cuatro platos y celebramos con un brindis final antes de regresar a nuestras habitaciones para descansar.

Nuestra enfermera estaba con nosotros en todo momento durante las excursiones fuera del tren, llevando un tanque de oxígeno en caso de que cualquiera de nosotros se viera afectado por la altitud.

DÍA 2: PUNO

Hoy comenzamos el día temprano, a las 5:30 a.m., pero valió totalmente la pena. Pudimos ver el amanecer sobre el Lago Titicaca, una grata bienvenida a Puno. Nos proporcionaron mantas para el frío y también teníamos disponibles bebidas calientes, como té de coca y café.

Después de 40 minutos volvimos a descansar un poco antes del delicioso desayuno. Al terminar nos alistamos y caminamos por el mercado local hasta el muelle principal. Nuestra lancha nos estaba esperando para llevarnos a nuestra primera parada del día: las Islas de Uros. Allí aprendimos un poco más sobre esta comunidad y cómo construyen sus islas, hechas a mano usando cañas totora. Luego tuvimos la oportunidad de visitar los hogares locales y ver sus bellas artesanías.

Y para aquellos que quieran experimentar un paseo a bordo de un barco de totora “Mercedes”, hay paseos disponibles a solo 10 soles por persona.


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Después de esta visita continuamos en nuestro bote hacia la isla de Taquile. Llegamos a un lado muy tranquilo de la isla —nadie allí, solo nosotros y algunos aldeanos—. Después de una breve explicación caminamos unos 100 metros hacia arriba en la colina hasta un restaurante local para almorzar. La elevación de la colina es de unos 30 grados y los 100 metros incluyen unas 20 escaleras en el camino.

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Disfrutamos de un delicioso almuerzo en base a productos locales como maíz, frijoles, sopa de quinua, pan local y truchas. Y para aquellos que no comen pescado, otras opciones como pollo o verduras están disponibles bajo pedido.

Después del almuerzo, la comunidad nos invitó a ver un baile típico, ¡y practicamos nuestros mejores movimientos! Esta comunidad es conocida por sus tejidos. Tuvimos algo de tiempo para ver sus productos, bellamente hechos a mano con lana de alpaca.

Quienes aún teníamos energía para caminar tomamos un paseo cuesta arriba a un mirador para tomar fotografías. Fue un recorrido de unos 30 minutos a pie, y llegamos a ver los paisajes más hermosos. Cielo azul, sol y naturaleza. ¡No podíamos pedir nada mejor!

Luego volvimos al muelle de la misma manera, yendo cuesta abajo, y nos encontramos con el resto del grupo en el barco para volver a la estación de tren. Una vez allí nos dieron la bienvenida con un agradable ambiente para la hora del té: canapés, bebidas calientes, una chimenea, bonitas vistas del lago… una muy buena manera de terminar la experiencia de la jornada.

Volvimos al tren y descansamos un poco antes de los cócteles y la cena. ¡Tengo que decir que la comida a bordo era increíble! ¡Fue una cena de cuatro platos y sabores para morirse!

Esa noche llegamos al destino final del día: Saracocha, a 4,200 metros sobre el nivel del mar. La vista desde el coche observatorio era increíble: allí, en el medio de la nada, un hermoso cielo lleno de estrellas y la luna llena nos hizo estar conscientes de la inmensidad del universo.

DÍA 3: CAÑÓN DEL COLCA

Hoy iniciamos el día temprano nuevamente, a las 5:30 a.m. Esta vez subimos cuesta arriba unos 150 metros, con una elevación de 40-45 grados, para ver la salida del sol sobre el Lago Lagunillas y el Lago Saracocha. Fue un paseo corto y lento que tuvimos que tomar con calma, ya que estábamos a 4,200 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, el frío y el despertar temprano valieron totalmente la pena: no sólo pudimos ver el tren por completo en el medio de un paisaje increíble, pero además ver el amanecer desde ese punto es una experiencia sin igual.

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Luego volvimos al tren para calentarnos con algunas bebidas y desayunar. Pensamos volver a nuestras habitaciones para descansar, pero nuestro guía nos dijo que no era una buena idea, ya que las vistas de la ruta eran maravillosas, así que nos quedamos. Y era verdad, el paisaje de la ruta era como un sueño, con lagos, montañas, llamas y alpacas. Conseguimos buenas fotografías sin esfuerzo. Para mí, este fue el punto más alto de la experiencia.

Luego nos detuvimos en Sumbay y realizamos una corta caminata hasta una cueva donde se puede apreciar arte rupestre. Ahí queda representado cómo los primeros humanos de esta parte del altiplano cazaban animales como llamas, vicuñas, zorros, pumas y ciervos.

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Luego volvimos al tren y nos preparamos para desembarcar en el Kilómetro 93. Desde ahí nos trasladamos a Las Casitas del Colca, una hermosa propiedad de Belmond situada en la localidad de Yanque, rodeada de hermosos paisajes y un ambiente tranquilo.

El hotel está situado a dos horas de distancia del punto de desembarque, y es una combinación perfecta como corta extensión después de la experiencia en tren. Y sí, es cierto, una noche en esta propiedad no es suficiente, pues hay tanta paz y proximidad a la naturaleza, ¡que puede ser adictivo! Así que sugeriría incluir al menos dos noches antes de regresar a Arequipa para el vuelo de regreso a Lima.

¡Buen viaje!

Fotos: Ronald Vera y Matt Crossick