POR: Evelyn Ortíz Melo
Tengo dos niñas con edades entre ocho y nueve años, y para ellas la vida es lo que transcurre entre una visita a un parque acuático y otro. Cuando esas muchachitas dicen “agua”, no hay nadie que las saque de una piscina. Por eso, cuando mi esposo y yo planificamos recientemente unas vacaciones de verano a Disney, hicimos énfasis en sacar varios días para los parques acuáticos de la zona: Blizzard Beach y Typhoon Lagoon.
¿Valió la pena? Igual como madre que como asesora de Viajes Alkasa, les digo: no tienen idea.
BLIZZARD BEACH
Imagínense este panorama en medio del caluroso verano de la Florida: villancicos navideños, trineos por doquier y, aparentemente, nieve camino a derretirse. Ese es el concepto de Blizzard Beach, un parque donde es Navidad todo el año —después de todo, por eso el nombre se traduce como “la playa de la tormenta de nieve”—.
Así, llenos de esa “nieve” encontramos los toboganes y tubos y piscinas y todas las demás cuestiones que tanto aman los niños. Hasta tenían una telesilla, solo que en vez de llevar a una montaña para esquiar, llevaba a la cima de una “montaña” para tirarse por un tobogán gigantesco.
Yo lo voy a resumir de esta forma: todo iba bien cuando nos tiramos en un tubo familiar en un tobogán de velocidad y ángulo moderados, con capacidad para entre cuatro y ocho personas. Muy bonito, todo el mundo tranquilo y disfrutando. Sin embargo, llevándome del gusto me atreví a tirarme de una de esas cuestiones a alta velocidad, desde el punto más alto, y en un momento sentí que hasta ahí llegaba mi linda vida. ¡Más nunca, que yo no nací para esas diabluras! Mis hijas, claro, se volvieron locas y se tiraron mil veces.
También me encantó ver una piscina de olas gigantescas que tienen. No para subirme yo, claro, sino para ver a los demás cayéndose. Entiéndanme: yo gozo muy barato.
¿Saben qué sí me dejó feliz? Una atracción llamada Lazy River —sí, el río vago—. Para recorrerlo, uno se sienta en un lindo y hermoso tubo, y en 15 minutos recorre el perímetro del parque bien relax, viendo el cielo, los pajaritos, la vida, el amor, la amistad. Ese sí me gustó. Y no me critiquen, que todavía sigo traumatizada con el tobogán rápido ese.
El parque se encuentra cerca de todo, apenas a 10 minutos manejando de Hollywood Studios —y, de hecho, si se desean hospedar directamente en un hotel del complejo Disney, hay transporte interno entre un punto y otro—. Abren a las diez de la mañana, pero nosotros llegamos a las once y ya a las cuatro de la tarde nos llevamos a esos dos paquetes, que estaban exhaustas de tanto saltar y nadar.
Mi esposo y yo las dejamos saltar a sus anchas, porque nos dimos cuenta de la gran capacidad del personal de seguridad que tienen: eran al menos dos salvavidas por atracción, siempre pendientes de los niños y de la posibilidad de lluvia o tormenta, por el tema de los relámpagos. Aparte, ellas pudieron resistir tan bien porque en el parque permiten la entrada de comida externa, y por eso les tuvimos picaderas siempre a mano —muchos padres sabrán que no hay nada más hambriento que un niño en una piscina—.
Para no cansarles el cuento, a las niñas les gustó tanto este parque que tuvimos que llevarlas de nuevo.
TYPHOON LAGOON
Y si en Blizzard Beach es Navidad todo el año, en su parque hermano, el Typhoon Lagoon, es temporada ciclónica en todo momento—un poco extraño el concepto, sobre todo por el miedo que todos apropiadamente les tenemos a esos fenómenos atmosféricos, pero ellos sabrán—.
Pero miren, eso de “laguna del tifón” no es tan raro como suena: en realidad, es una ambientación mayormente tropical, pero con vientos por todas partes, escuelas de surf y barcos de pesca. Y oigan, cuando digo “tropical” es verdaderamente tropical: en Blizzard Beach la piscina con olas parece una piscina; en Typhoon Lagoon parece una playa enorme, con todo y arena, chaises longues y olas de seis pies de altura.
Hay toboganes, paseos en balsa y juegos para niños de varias edades —les recomiendo bajar con antelación el mapa del parque, para que sepan exactamente cuáles alturas requiere cada atracción y así no andar con muchachitos decepcionados—. Hay géiseres que tiran agua con maldad, cascadas veloces y toboganes con tormentas dentro —también les recomiendo llevar zapatos acuáticos para proteger los pies cuando caminen entre atracción y atracción, y llevar mucho bloqueador solar—. Y como siempre, también hay dos niñas diciendo: “Mami, ¿cuándo volvemos?”.
Por eso, si son miembros de la Asociación de Padres con Niños Intensos, llévense de mí: ¡No dejen de agregar estos dos parques a una visita a Disney! Si tienen alguna pregunta, pueden contactarnos a mí o a mis compañeros, asesores muy conocedores de todos los pormenores de los parques de la Florida.
Fotos: Cortesía de Evelyn Ortíz Melo y Pics from the World of Disney