Los dos lugares más serenos de Hong Kong

Hong Kong, como gran centro financiero, es rápida y furiosa. Sin embargo, nuestra asesora Katherine Rodríguez encontró en ese ajetreo urbano dos espacios de calma en las alturas.

POR: Katherine Rodríguez

Hong Kong es uno de los centros financieros más grandes del mundo, y su economía se basa mayormente en los servicios. Esto significa que, por temas culturales, los locales casi ven como un pecado el estar en pausa, sin producir… y eso se nota en el ajetreo de la ciudad. ¡Cuántos edificios de chuputucientos mil pisos! ¡Cuántos carros, taxis y guaguas de dos pisos andando por doquier! ¡Cuánta gente en la calle caminando que casi corren!

Sin embargo, en este hormiguero humano encontré dos puntos que me hicieron sentir que estaba en otro planeta, ambos ubicados en las alturas.

El primero es una montaña de 552 metros de altura, la más alta de la Isla de Hong Kong: el Monte Austin, conocido popularmente como el Victoria Peak o, sencillamente, The Peak (el pico). Camino a la sección de parque público, me encontré con algunas de las mansiones más vistosas de Hong Kong —dada la proliferación de tanto verdor y lo alejado que está esta zona del runruneo debajo, es un paraíso para los agentes de bienes raíces—. Ese camino puede hacerse en carro, autobús o utilizando un tranvía especializado, el Peak Tram. Al llegar, uno se da cuenta de que no solo escapa del ajetreo —aunque el punto es visitado por siete millones de turistas al año, el parque es tan amplio que el mirador nunca está congestionado—, sino también del azote del clima subtropical. Desde allá, los rascacielos parecen juguetes, y la vista panorámica del puerto da una sensación de tranquilidad.

ALKASA196-hong-kong-katherine-1

ALKASA196_hong-kong-monasterio

Pero mi lugar favorito en este destino fue otro: la estatua del Buda Tian Tan junto al Monasterio Po Lin. Yo acababa de llegar a Hong Kong tras un vuelo infinito, y este fue el primer lugar que visité. La impresión de ir subiendo sus 268 escalones, y poco a poco vislumbrar la estatua de bronce de 34 metros de altura, casi me causa escalofríos —para comparación, piensen que el Cristo Redentor de Rio de Janeiro mide 38 metros—. ¡Es asombroso! Y ahí, entre la vegetación montañosa y la cotidianidad de un monasterio budista, sentí como si estuviese a miles de kilómetros de distancia de todo el movimiento urbano debajo. ¡Es una visita imperdible!

Fotos: Katherine Rodríguez