POR: Ana Lía Arredondo
En mi cabeza, Casa de Campo era mejor conocido por sus villas, con el hotel en segundo plano. ¡Qué error! Hace unas semanas tuve una experiencia que cambió totalmente mi forma de ver ese complejo hotelero.
Primero: alojarse en el Casa de Campo Resort and Villas brinda las facilidades de un todo incluido, pero con una atención más parecida a un hotel boutique. Les voy a compartir un punto que ilustra esto perfectamente: dado el tamaño del complejo, de casi tres mil hectáreas, lo más cómodo es recorrerlo en carritos de golf. Sin embargo, contrario a la usanza normal en los resorts dominicanos, aquí cada habitación tiene asignado su propio carrito. ¿Ven a qué me refiero con lo de resort boutique?
Y tal cual lo dice su nombre, hay tanta vegetación dentro que uno verdaderamente se siente en una casa de campo. ¡El trabajo paisajístico que han hecho es increíble! Aparte, tienen un centro ecuestre donde se pueden tomar lecciones de cabalgata, pero también tienen rutas de salto y, claro, torneos de polo. Y por si fuera poco, además tienen senderos para correr, caminar y montar bicicleta, porque este es un complejo muy orientado a la actividad física —con el permiso de la pesca, los 63 hoyos de golf y las 200 estaciones para tiro, una de mis opciones favoritas es la enorme sección de canchas para practicar tenis—.
¿Y la gastronomía? Tienen seis opciones dentro del resort y otras fuera, que van desde elegantes restaurantes a la carta hasta un food truck. El alojamiento da acceso a una serie de establecimientos en La Marina: las tapas de La Casita son de por sí un gran atractivo, y entre mis preferidos están La Caña, de comida mediterránea, y el Pubbelly Sushi. También pueden disfrutar comida italiana en Altos de Chavón, en un restaurante llamado La Piazzetta.
Hablando de Altos de Chavón, también les recomiendo realizar una visita para conocer el centro cultural y educativo, y entrar al anfiteatro cuando no hay conciertos, para así entender la planificación acústica y visual detrás de su construcción.
Por eso, ¿para qué tipo de escapada es bueno reservar una de las 183 habitaciones y suites en Casa de Campo? Diría que tanto en familia como en pareja. Para la familia, solo con las actividades deportivas, la disponibilidad de espacios exclusivos infantiles y la proximidad a playa Minitas tienen para un fin de semana ameno. Ahora, si hay parejas que quieren celebrar su luna de miel o un aniversario, pueden estar tranquilos: no sé cómo lo hacen, pero el ambiente es tan sereno y el complejo está tan bien distribuido que aunque hayan niños hospedados, no se sienten tanto.
Creo que el tema de los niños es justamente porque ellos tienen espacios dedicados con programas detalladísimos, con ofertas diferentes cada día, para niños en edades desde uno hasta 12 años. Tienen desde manualidades y juegos musicales para los más pequeños, hasta torneos de fútbol para los mayores — y para los adolescentes, hasta tienen su espacio de entretenimiento especial–.
Yo disfruté un mundo alojada ahí, tanto por el tema espacial como por el logístico. Sin embargo, admito que hubo un elemento, más allá de esos dos anteriores, que me dejó boquiabierta: la atención minuciosamente personalizada de todo el staff. Me sentía cuidada y mimada, desde la persona que me preguntaba, al salir de mi habitación, si quería que me la refrescaran de alguna forma, hasta el oficial de seguridad que estuvo al tanto de mi carrito cuando se me olvidó encender la luz de noche. ¡Son verdaderamente especiales!
Fotos: Cortesía de Ana Lía Arredondo y Casa de Campo Resort and Villas