Las malas lenguas dicen que los milaneses solo viven para trabajar –por lo general, esas malas lenguas vienen de ciudades más al sur de Italia, a quienes la ya legendaria entrega laboral de los lombardos les parece salida de otro mundo–. No vamos a decir que es necesariamente mentira, pero sí vamos a decir que los milaneses han encontrado la forma de divertirse alrededor de ese trabajo incansable… por ejemplo, son fieles al aperitivo, ese juntecito para tomar un trago y relajarse que tiene lugar directamente después del trabajo, todavía en sacos, corbatas y zapatos de tacón.
Uno de los mejores lugares para tomar el aperitivo en la ciudad es Dry, un bar que abre a las 7:00 p.m. y desde las 6:30 p.m. ya tiene fila afuera. Ubicado en la Via Solferino en el vecindario de Brera, cerca de la Moscova, Dry es conocido por sus cócteles casi de autor y sus pizzas personales que se derriten en la boca.
Mientras se comía la focaccia con prosciutto y asiago y la pizza de Lardo Stagionato –albahaca, queso Grana Padano y pimienta de Sarawak–, todos exquisitos y para soñar con ellos 300 veces, también caían los comentarios de los demás comensales, pues Dry utiliza asientos comunales. Entre las perlas escuchadas en boca de los milaneses presentes: «Tinder es mi entrenador personal», dijo uno dentro de un traje impecable, o «Por lo menos no soy romana», le dijo una rubia a su compañera. Puede que las picaderas sean buenas y los tragos también –muy recomendado el Funky Rooster Cobbler, un cóctel de ginebra y Rosa Cocchi que lleva una cereza marraschino dentro de una canasta de hielo — pero en Dry, definitivamente, uno también va por el ambiente.
Foto: Dondup