POR: Elila Valdez de Cabral
Había estado antes en Orlando con mi familia, y nos habíamos hospedado en un hotel fuera de los complejos de los parques. Ahí calculé que el gasto total no era solo el costo de la habitación, sino también el alquiler de vehículo, el pago del estacionamiento en el parque y aparte el pago de acceso a la zona VIP, para no estacionarnos demasiado lejos —lidiar con niños cansados después de 10 horas de andar brincando y saltando en un parque es todo un tema—.
Por eso, cuando estaba planificando una visita a los parques este pasado febrero, mi esposo y yo decidimos probar con un hotel dentro del complejo de Universal Studios —en esta entrada les explico por qué me enfoqué en Islands of Adventure junto a Universal, dada la edad de los niños—. Tenía muy buenas recomendaciones del Loews Portofino Bay Hotel at Universal Orlando, e hicimos las reservaciones ahí.
Qué buena decisión: nuestra primera impresión del hotel es que era precioso, inspirado en la arquitectura y el ambiente del pueblito de pescadores italiano que le da nombre —y aparentemente no solo a nosotros nos gustó el hotel, porque el día que llegamos nos topamos con el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, que iba entrando a una reunión allá—.
El Portofino es enorme: son 750 habitaciones y 45 suites. Aparte, fiel a su inspiración en la Riviera Italiana, tiene la Harbor Piazza, un muelle que sirve para transportar a los huéspedes todos los días del hotel a los parques a través de unas pequeñas embarcaciones, pero también es un espacio público con cafecitos, bares y restaurantes —nosotros desayunábamos todos los días en el Starbucks de la plaza, y pudimos ver cómo todos los restaurantes organizaban una cata general de vinos un viernes por la noche—. A todos los padres del grupo nos tranquilizaba sentarnos tranquilos a ver a los niños correteando por la plaza, sabiendo que aun con esa libertad no podían irse demasiado lejos, y al ser un espacio abierto, siempre estaban a la vista. Aparte, si querían comprar un helado o alguna merienda en los restaurancitos disponibles, bastaba con darles nuestra tarjeta de habitación, que estaba conectada a nuestra cuenta.
Aparte, quedarse en el Portofino tiene un beneficio adicional, esta vez logístico: la estadía incluye el Universal Express Unlimited Ride Pass, que cuesta US$89 dólares por sí solo, y el Early Park Admission al Wizarding World of Harry Potter —lean mi entrada anterior para saber de nuestra experiencia ahí—. Ya solo eso representa una gran ventaja monetaria.
Por eso, al final, aun con toda experiencia positiva, nos pusimos a sacar números: nos dimos cuenta que, aun alojándonos en este hotel, con una tasa diaria por habitación un poco mayor a la de los hoteles fuera de los recintos, el ahorro en transporte y en pases hizo que el monto total fuese más bajo que quedarnos fuera. Por eso, si van a visitar Universal próximamente, definitivamente les recomiendo que tengan este cálculo en consideración.
Fotos: Loews Portofino y Elila Valdez de Cabral