POR: María José Álvarez
Si han estado siguiendo los pormenores de #MeToo, sabrán que hace poco el famoso comediante Louis C.K. hizo una controversial aparición sorpresa en un club de stand-up neoyorquino. Dejando a un lado el muy negativo comportamiento que lo llevó a estar en la lista negra del movimiento, el comediante es uno de los más famosos del país. Por eso, el hecho de que eligiera el Comedy Cellar para hacer su reaparición habla de la importancia del club.
Fundado en 1982, esta “bodega” del Greenwich Village ha visto pasar por su escenario a nombres como Jerry Seinfeld, a Colin Quinn y Darrell Hammond del elenco de Saturday Night Live, a y a roscas izquierdas como Marc Maron y Dave Chappelle. Pero no solo toman el micrófono los grandes: dado el calibre de la selección, es muy posible que una de esas noches tome el escenario una leyenda futura. Como el lugar tiene una política de visitas sorpresa, uno nunca sabe qué le puede estar esperando.
Por eso, en un viaje reciente a Nueva York, mi novio y yo decidimos tachar una visita al Cellar de nuestra lista de deseos. Lo más recomendable es hacer la reservación con unos dos meses de antelación, porque como se imaginarán, esos asientos son muy deseados y el lugar es sorprendentemente pequeño. No se paga al momento de hacer la reservación, sino todo junto al recibir la cuenta: se paga la comisión de entrada, y a eso se le añade el requisito de un consumo mínimo de dos ítemes del menú.
Valió la pena: las dos horas se nos pasaron volando, porque nos divertimos muchísimo con la tiradera entre los comediantes y el público, las coincidencias bien aprovechadas y la agilidad mental de los que estaban en el escenario. Si van a estar en Nueva York próximamente y quieran tener una actividad con diversión y relajación garantizada —a menos que les toque ser el conejillo de Indias de los comediantes, porque ahí van a sufrir un poco—, pasen por el Comedy Cellar.
Fotos: Cortesía del Comedy Cellar y María José Álvarez