A veces, cuando la vida cierra una puerta abre un bar. Si no, pregúntenle a nuestra vicepresidenta, Ana Santelises de Latour, y el descubrimiento que hizo en un viaje reciente a Whistler.
Ana y su esposo querían reservar en Araxi, un premiado restaurante conocido por su carta de vinos y su bar de ostras, pero al dirigirse allá al mediodía, encontraron la puerta literalmente cerrada. Sin embargo, un letrero indicaba que el equipo de Araxi los invitaba a pasar por Bar Oso, otro restaurante del grupo ubicado al doblar la esquina.
Al llegar al pequeño restaurante se sentaron en la barra y comenzaron la ronda de bocadillos de camarones con aguacate unos y de prosciutto otros. Ahí, maravillados por la combinación de sabores, comenzaron a conversar con el chef, un madrileño llamado Jorge, quien desde su estación de preparación detrás del bar les indicaba lo mejor del menú –entre ellos, un plato de charcutería y paté, y una bandeja con distintos tipos de queso–. Esa experiencia, tanto de poder ver el trabajo de preparación como de conversar directamente con el chef y el ambiente relajado que eso creó, hizo que disfrutaran aun más la de por sí deliciosa comida.
En resumen, ambos quedaron con ganas de volver. Ojo: si se animan ustedes a pasar, están abiertos para almorzar desde las 11:30 de la mañana, pero tengan en cuenta que no es un lugar para ir en grupos, pues es pequeño y las mesas son solo para dos y cuatro comensales. ¿Otra recomendación? No dejen de probar los cócteles, sobre todo uno bautizado como The Botanist, por su combinación de ginebra con 22 especímenes botánicos.
Fotos: Ana Santelises de Latour y Montecristo Magazine