Copenhague la telegénica

Puede que Birgitte Nyborg, el amado personaje que interpreta Sidse Babett Knudsen en el drama político Borgen, sea la embajadora de Dinamarca en primavera, otoño e invierno, pero en verano, la mejor guía del país es Effy, una joven que conecta los puntos luminosos de Copenhague en bicicleta.

A juzgar por la nueva ola de televisión danesa, con piezas de noir nórdico como The Killing y The Bridge o la cínicamente esperanzadora Borgen, Dinamarca es gris y oscura por defecto. Ahora, según Mark Raso, director del drama romántico Copenhagen, la capital del pequeño país escandinavo es un prisma que bebe luz y despide colores por doquier.

La historia de un turista estadounidense que encuentra a la mujer perfecta para que le esclarezca la vida y le ablande su corazón pétreo tiene sus elementos inesperados: sin dañar la trama, digamos que la mujer no es tan mujer –nada que ver con el hecho de que Dinamarca sea conocida por su maestría en las operaciones de cambio de sexo; eso es coincidencia–. Pero fuera de sus vaivenes emocionales, los vaivenes que realmente importan son los que se dan en bicicleta: en su búsqueda de respuestas, la pareja traza rutas invisibles sobre las dos ruedas típicas de la ciudad, cruzando casas con fachadas que recorren la carta de Pantone, el parque de diversiones Tivoli forrado en vegetación, la sirenita de Hans Christian Andersen en el Langelinie.

En esa Copenhague no existe el invierno, las calles están vacías y las discotecas están llenas; es casi como si fuese una fantasía de Escandinavia concebida por un dominicano. En realidad, no es una fantasía: en el verano, ese antiguo pueblo de pescadores es realmente así… parecería que los daneses están exportando esas series tan oscuras con la intención escondida de que nadie descubra el secreto, y así seguir disfrutando de tres meses de magia estival en relativa tranquilidad.