¡Me llevo todos los baklavas!

En un reciente viaje a Estambul, Desirée Álvarez conoció variedades de baklava que nunca se imaginó existían —y se las trajo casi todas en la maleta—.

POR: Desirée Álvarez

 

Me encantan los baklavas caseros que había probado en República Dominicana, e ilusamente pensaba que este postre mesoriental existía solo en una variedad. En un viaje a Estambul descubrí que, en realidad, la cuna de este bocadillo hecho en base a masa filo, nueces y miel ha dado rienda suelta a su imaginación culinaria desde su invención en la época del imperio otomano.

Indhira Jiménez, una dominicana que residió en Estambul, le recomendó a mi compañera de viaje hacer una visita a Karaköy Güllüoğlu. Esta repostería, famosa entre los residentes locales por la calidad de sus creaciones y la eficiencia en el servicio, me dejó impresionada: la coreografía que armaban las bandejas que salían por doquier de los hornos no era nada comparada con la sincronización del personal que despejaba las largas filas. Yo esperé 30 minutos para poder llegar al mostrador, pero una vez estuve ahí entendí el por qué de la concurrencia: vi baklavas de pistacho, de chocolate, de tonos verdes, baklavas gigantescas, bizcochos esponjosos de azúcar parda y los quise probar todos. Afortunadamente, en la repostería tenían un menú disponible en inglés, así que pude fácilmente ordenar una selección; como la venta es por kilo, al poco tiempo ya tenían mis baklavas envueltos al vacío en una caja de tamaño apropiado, perfecta para llevarse en la maleta.

Los baklavas fueron una sensación cuando los di a probar ya de vuelta a casa: aun después de haber pasado por un trayecto en avión, se podía percibir la sutileza de sus puntos dulces y la finura de la masa filo. ¡Ese kilo de postres fue toda una sensación!

Foto: Istanbul for Fun