Desde el centro de control de United

Nuestra presidenta estuvo de visita por el “cerebro” de United en Chicago: un centro con cientos de empleados desde donde se supervisa cada vuelo

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POR: Katingo Haché de Santelises

Prohibido reírse de lo que voy a decir: yo seré presidenta de una agencia de viajes, pero déjenme contarles que Katingo le tiene miedo a volar. Cuando un avión despega, Katingo lo maneja, pisa el freno, lo ayuda a subir y lo levanta —así de nerviosa me pongo—. Sin embargo, una vez estamos arriba horizontales y estables, me encontrarán chateando con el internet de vuelo, probando comida y bebida, viendo películas y siendo generalmente feliz. Para mí volar es como los partos: una sufre en el momento pero después, emocionada con el niño en brazos, se le olvida todo.

Ahora, hace unas semanas estuve de visita en el Network Operations Center (NOC) o centro de control de United Airlines en sus oficinas centrales de Chicago. Ahí me di cuenta de que esos aviones verdaderamente no necesitan de mi “ayuda” durante el despegue: en ese centro hay cientos de empleados en un piso completo, pendientes a cada vuelo las 24 horas.

Por lo general, los centros de control de las aerolíneas están en una locación cercana al aeropuerto principal que utiliza la línea —lo que en inglés se llama “hub”—. Sin embargo, ya que United es una de las tres aerolíneas más grandes del mundo, con una flotilla de más de 700 aeronaves, han creado un centro de control especializado en su oficina principal, la Willis Tower de Chicago. Ahí tienen un piso completo dedicado solamente a esto, con aislamiento de seguridad y refuerzos tecnológicos y de electricidad —puede irse la luz o caerse el internet en Chicago entero, pero en el piso 23 de la torre todo seguiría como si nada—.

Los cientos de empleados que trabajan en el NOC están divididos por región —Europa, Asia, Pacífico, Norteamérica, Caribe, Centroamérica y América del Sur— y por tipo de avión —cuerpo ancho o cuerpo estrecho—. Aparte tienen meteorólogos especializados, y una rotación de pilotos activos que están ahí para conversar con los pilotos en el aire y ofrecer cualquier información —según me explicaron, entre pilotos se entienden muy bien, y por eso han integrado esa rotación en la logística—. Los contactos de emergencia están programados para poder llegar a la Willis Tower en siete minutos o menos. Gracias a una pantalla enorme, el CEO de la aerolínea puede comunicarse al instante con el NOC. Aparte, en caso de retraso mayor de un vuelo, tienen personal especializado para ubicar hoteles y transporte para la tripulación y los pasajeros, así como ubicarlos en salidas siguientes.

Desde ahí trazan planes de vuelo, hablando con su dupla al frente y entre sus compañeros de división. Lo importante es que, como es un espacio mayormente abierto, un empleado solo debe levantar la cabeza para darse cuenta en unos segundos de todo lo que sucede a nivel de clima, rutas y el estado de cada vuelo con respecto a las regulaciones de cada aeropuerto.

Y por cierto, que me disculpe Laura Mallén, la gerente general de United en el país y mi acompañante durante el recorrido. Sucede que gracias en parte a detalles en la iluminación, la disposición del mobiliario y algunos detalles decorativos, en el NOC se vive un aire de calma entre los empleados… y como en Viajes Alkasa estamos planificando una remodelación de nuestra oficina principal en Plaza Haché, seguramente ella va a ver que tomé “notas” de todos esos detalles positivos. ¡Me encantaron!

United tiene vuelos directos comodísimos entre Punta Cana y Chicago, pero aproveché el retorno para hacer una parada de varios días en Nueva York. Al tomar mi vuelo a Newark desde el O’Hare tuvimos un retraso de varias horas por temas de clima. Tras el despegue, volamos unos 20 minutos adicionales para “darle la vuelta” al mal tiempo, que estaba a mitad de camino. La Katingo de antes seguramente habría estado preocupadísima, pero después de haber pasado por el NOC y ver que ningún avión despega sin que pase primero por la aprobación de una larga lista de meteorólogos, técnicos, operadores y pilotos, esta vez ni siquiera me puse a pensar en darle mi acostumbrada “ayuda” a la aeronave.

Foto: Cortesía de Laura Mallén