El olor de Estambul en una botella

Nuestra clienta Marie Benzo tenía pautada para su viaje a Turquía una visita a una tienda Arifoglu especial, para llevarse consigo los aromas esenciales del país

POR: Marie Benzo

 

¿Sabían que los turcos son muy parecidos a los dominicanos? Había leído muchísimo sobre la tienda Arifoglu, un puesto en el Bazar Egipcio de Estambul donde el propietario Orhan y su equipo crean fragancias personalizadas para sus clientes en base a un inventario de aceites esenciales, así que era una visita obligada en mi agenda. Y cuando llegué, dispuesta a conversar sobre aromas, sobre los orígenes de los bulbos florales, sobre historia… lo primero que hizo el asistente de Orhan fue proponerme matrimonio y decirme que lo agregara a Facebook. Sí, hay mucha similitud entre ellos y nosotros.

La tienda del Baharat 31 lleva una calificación de cinco estrellas en TripAdvisor, y no es difícil entender por qué: el equipo se toma su tiempo en guiarte, en permitirte absorber y entender las fragancias de cuanto aceite esencial tengan disponible. Yo terminé decidiéndome por el muguete o lirio de los valles: al igual que yo, es una fragancia suave pero intensa, con delicadeza y carácter —o, en buen dominicano, soy lo más chulo del mundo, pero no me busquen el lado malo—. El mismísimo Orhan me confirmó que había hecho una buena elección.

Turquía tiene una tradición larga con las fragancias destiladas florales: con sorpresa aprendí que los tulipanes, tan popularizados por los holandeses, son en realidad de origen turco; durante el imperio otomano, el agua de rosas era una fragancia de uso masivo. De ese amplio inventario creado por la historia y la geografía escogí regalos para mis allegadas, desde los típicos aceite de rosas y manzana verde —un aroma que también pude absorber en el té que me brindaron durante mi visita—, hasta un popurrí de todos los bulbos florales que se cultivan en suelo turco, llamado Flores de Estambul. Como referencia de la calidad de estos aceites, para quienes piensen agregar el puesto a su lista en una próxima visita a Estambul: la persona que recibió este último frasquito me dijo, medio en broma, que seguramente incluía feromonas, porque olía divino.

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Al final, tras casi 40 minutos de estadía, terminé llevando varias botellas de una onza en cajas estampadas con el logotipo de rosa de Arifoglu, varios paquetes de lokum empacados al vacío, especias, hojas de menta, jabón de carbón negro y té de manzana. Al totalizar, tomando en cuenta que el precio de cada frasco de aceite ronda los 50 dólares, hice lo que todo dominicano que se respete haría: le dije a mi nuevo “prometido” que, ya que íbamos a casarnos, mi compra ameritaba un descuento familiar. Y así, con una rebaja de un 10 por ciento, salí del Bazar Egipcio con una fragancia personal, varios regalos y una gran sonrisa.

Fotos: Cortesía de Marie Benzo