POR: Katingo Haché de Santelises
Mi esposo y yo decidimos hacer un recorrido de 12 días por nuestras ciudades favoritas en el norte y centro de La India, empezando por Mumbai y subiendo hasta Delhi. Decir que vale la pena visitar la región es decir poco. Aquí comparto con ustedes algunas de mis impresiones sobre nuestras paradas.
MUMBAI NUNCA PARA
¿Ustedes creen que Nueva York nunca duerme? Pues entonces Mumbai tiene varias cabezas, y ninguna de ellas tampoco duerme. Nuestro vuelo aterrizó poco después de la medianoche, y nos tomó una hora y media recorrer los 25 kilómetros entre el aeropuerto y Nariman Point. Mumbai tiene una población de casi 19 millones de habitantes, y les digo la verdad: ¡Parecía que todo el mundo estaba fuera de su casa a esa hora!
EL PODER DEL TURISMO INTERNO
Yo esperaba, como es típico en destinos de reputación global, ver más turistas extranjeros que locales. Sin embargo, el movimiento de turismo interno en La India es impresionante: lugar que visitábamos, lugar en donde la mayoría era del propio país. Da gusto ver cómo el país aprecia las riquezas históricas, arquitectónicas y naturales que tiene.
BELLEZA EN LAS CUEVAS
Las Cuevas de Ajanta comprenden una obra arquitectónica extraordinaria, y ni se diga de ingeniería —fueron realizadas de arriba hacia abajo hace unos dos mil años—. Ahí, en esas 30 cuevas, vivían monjes budistas, y los detalles artísticos que se han encontrado ahí han influenciado la cultura visual que hoy asociamos con La India, desde esculturas talladas en las rocas hasta pinturas coloridas detallando las vidas de Buda.
HONOR CON MÁRMOL
Nuestro guía, que contratamos a través de los servicios Signature, era un jainista que había estudiado filosofía. Cada día, al salir a nuestro recorrido, hacíamos una hermosa meditación dirigida por él. Esa inmersión diaria nos fue útil para la visita al templo Ranakpur Jain en Jodhpur: la sensación de espiritualidad y respeto que percibí fue increíble; para ellos es un lugar sagrado, por encima de la naturaleza del hombre. Son 24 salas, casi 1,500 columnas talladas y mármol de pies a cabeza. Mi esposo, que trabaja con el material, se quedó maravillado al ver el trabajo artesanal tan delicado, realizado en ese entonces a puro martillo y cincel. Ahí pude confirmar la importancia que tenía tanto para nuestro guía como para los visitantes locales.
En la segunda parte de esta entrada les contaré sobre la belleza de un lago artificial y unas excavaciones que, más que ingeniería, son arte.
Fotos: Alejandro Santelises y Katingo Haché de Santelises
