La voz que sonríe en francés

Emeline Deridder, locutora de Radio Francia Internacional en Dominicana, comparte lo mejor de la música que descubre en el mundo francófono

Originaria de Lille, en el norte de Francia, Emeline Deridder llegó al país hace siete años para convertirse en la encargada de Asuntos Culturales de la Alianza Francesa en Santo Domingo. Hoy, tras esa experiencia, es la voz que acompaña al locutor local Manuel Betances en Cantemos francés, un programa de nuevos lanzamientos musicales hecho por la representación local de Radio Francia Internacional. Para quienes lo escuchan los lunes a las 6:00 p.m. y los martes a las 8:30 a.m., la alegría de Deridder por las canciones y los artistas que presenta es contagiosa, con una sonrisa que parece trascender las ondas sonoras. ¿Qué significa ser, a veces metafórica, a veces literalmente, una de las voces de la cultura francesa contemporánea en República Dominicana?

POR: Rab Messina

¿Por qué «cantemos francés»?
Ese programa trata de la actualidad musical francesa y francófona. Elijo las canciones según las temáticas –por ejemplo, vamos a hacer un programa sobre el verano, obligatoriamente–. Y claro, hablamos de los discos en la semana de su estreno. En general, hablamos de música muy, muy actual.

¿Quién es el dominicano que estudia francés?
Tenemos diferentes perfiles: la mayoría viene de familia adinerada, pero hay un sistema de beca que permite que vengan personas de otros tipos de perfiles, de fuera de la ciudad. Muchas veces tenemos estudiantes que vienen los sábados de San Cristóbal o Baní para aprender francés. También muchos estudiantes de derecho porque el francés es necesario para su carrera, y jóvenes que tienen el idioma obligatorio en la escuela, y ellos y sus padres quieren reforzarlo, para sacar buena nota. Tenemos también niños de ocho y 10 años… hasta 60 y 70 años. El francés no es un idioma de la élite, sino de todo el mundo, así que, por suerte, aquí tenemos perfiles muy diferentes.

¿Y quién es la persona que lo estudia por placer?
El que le gusta viajar, el que tiene la idea de irse a descubrir otra cultura. Es una persona francófila antes que todo: escucha música y quiere entender lo que está escuchando; ve las películas porque le fascinan las viejas películas francesas; quieren irse de viaje y poder hablar.

Sobre todo con el cliché de que no se le debe hablar inglés a los franceses en su país porque te pueden responder mal. 
(Risas) Sobre todo porque en Francia el sistema de enseñanza del idioma extranjero es un poco débil. No manejamos en inglés muy bien, en general, y a causa de eso quizás no nos gusta hablarlo. Pero eso es generacional: ahora los jóvenes hablan con muchas palabras del inglés. Eso es normal: es la fusión entre los idiomas. El idioma se enriquece y evoluciona gracias a estos intercambios. Aquí también hay palabras francesas aunque ustedes no lo sepan: por ejemplo, del francés viene el «cheilón» (chaise longue) que usan en la playa.

¿Entiendes la pasión del francófilo?
Es verdad que al nivel de literatura hay bastante, y diferentes temas que hacen que Francia siga teniendo una influencia global a nivel cultural, un poder blando. En Francia también se protege esa cultura: por ejemplo, se intenta transmitir títulos en francés en la radio, para equilibrar los títulos en inglés. Es normal defender las producciones nacionales: tenemos que subvencionar, y yo que trabajo en el ámbito cultural, que promuevo tropas de teatro y circo, tenemos mucha calidad y debemos darlas a conocer fuera. No digo «imponer», sino «proponer».

Estar frente a una emisora te da la oportunidad de interactuar con rincones de la cultura dominicana que muchos no conocen. ¿Cuál entrevista te ha tocado más?
La última persona que recibí y me quedé fascinada con Nathalie Peña Comas, quien recientemente ganó el Soberano en canto lírico. Estábamos hablando de ópera, por un proyecto que estamos haciendo con el Liceo Francés, y me encantó su personalidad y su manera de cantar. Fue muy emocionante.

Hace unas semanas pasaba por La Atarazana un sábado en la noche, y había un pequeño tapón. Felizmente, era por el escenario de La Fiesta de la Música; recuerdo que quedé sorprendida por la calidad de la banda local que tocaba, para mí desconocida, y por la gran cantidad de gente ahí reunida. 
El director de la época en que trabajaba en Asuntos Culturales y yo implementamos La Fiesta de la Música en la Zona Colonial; ya este fue el séptimo año. Este año fui voluntaria, y el equipo de la Alianza hizo un trabajo estupendo: fue un éxito total. Los grupos, aunque sean amateurs, tenían una gran calidad: el sonido, el canto, la calidad de los músicos era muy buena, y teníamos muchísima gente, mucho más que los otros años. Esa banda que mencionas pudo ser Alex Mala Junta, Mano Viva o Manny Audico y La Cooperativa. Son grupos dominicanos que están empezando, músicos que tocan gratis, con el deseo de compartir con el público y hacerse conocer. Todo el mundo sale de allá feliz: ese es el objetivo.

¿Has vivido tú la proverbial recepción abierta del dominicano hacia culturas como la tuya?
De las experiencias que he tenido, puedo decir que sí, estamos bien recibidos. Ahora, como mujer, a veces es difícil el tema de los piropos en la calle: ahí tienes las dos facetas de la medalla. Yo vivo en Ciudad Nueva y llevo una vida de pequeño pueblo, donde la gente comparte y es generosa. Eso me encanta: en la calle donde vivo con mi niño, ya sentimos que somos de allá; él, que tiene dos años, hasta conoce más gente que yo. Esa felicidad a pesar de todo, eso que la gente transmite, está muy bien. A veces llego a Francia y veo personas con una depresión constante y me digo que aquí hay muchos otros problemas, pero la gente sabe disfrutar de la vida y pensar en el momento presente. Eso me gusta de aquí.

Foto: Rab Messina