POR: José Manuel Santelises
Como empresario, desde el principio de mi carrera he entendido que lo importante no es solo ofrecer un buen producto o un servicio incomparable, sino diferenciarlo y empaquetarlo como tal. En Estambul pude comprobar que no importa el tamaño del negocio, esta visión aplica para cualquier situación.
Saliendo de mi hotel, sin pensarlo demasiado pedí un taxi. Junto a mi acompañante, nos montamos en el carro de Ihsan Aknur, y mientras él recorría las caóticas calles de Estambul, nos dimos cuenta de algo: este no era un taxi normal: Ihsan narraba el recorrido con emoción y con graciosas observaciones, controlaba los frenos del carro para hacernos reír y nos ilustraba la peculiar idiosincrasia turca a través de anécdotas de amigos y conocidos. En medio de ese tráfico espantoso, él encontraba la forma de hacer zigzags y entretenernos, simulando que peleaba con los demás taxistas. Era básicamente un cherchoso, totalmente espontáneo y lleno de vida, y al llegar a nuestro destino me di cuenta de que era el trayecto de taxi más divertido que jamás había hecho.
Pero claro, este no era cualquier taxista: ¡Ihsan es famoso! Y cuando digo “famoso”, me refiero a que tiene su propio sitio web, ha sido entrevistado en la televisión turca, ha dado charlas de TEDx, ha salido en una campaña de publicidad con el futbolista Wesley Sneijder del Galatasaray y hasta ha salido en un programa de Anthony Bourdain.
Cuando, unos días después, al salir del hotel con mi esposa y unos amigos vi su cara entre los taxistas, no dudé en seleccionarlo de nuevo: quería que ellos también vivieran una de las experiencias más divertidas que tuve en Estambul.
Eso es saber mercadearse y ofrecer un servicio innovador y amigable dentro de un gremio tan antiguo.
Foto: WIRED
Excelente!!!