Ver la Toscana desde una Vespa

Para su viaje de luna de miel, dos de nuestros clientes prefirieron conocer los caminos florentinos llenos de colinas, chianti y crostini a bordo de una Vespa retro.

POR: Nicole De Sanctis

Cuando mi esposo y yo nos decidimos por Italia para nuestro destino de luna de miel, teníamos algo claro: queríamos probar el país con todos los sentidos. Por eso, como Florencia estaba en nuestro itinerario, nos encantó una propuesta que nos hizo Laura, nuestra asesora en Viajes Alkasa: conocer las colinas de Chianti en un tour guiado a bordo de una Vespa.

El proceso comenzó en la ciudad, con un entrenamiento sobre el manejo del vehículo —Luis, mi esposo, se encargó de conducir la PK, un modelo con guiños retro que fue muy popular en los 80—. La central de la Piaggio también está en la Toscana, así que con este tour grupal nos dimos cuenta de que estaríamos conociendo en cuatro horas lo mejor de la región: su impresionante geografía, su manufactura industrial, su industria vinícola y su legendaria comida.

Y así, acompañados de un guía, con un carro de seguridad delante y otro detrás, nuestra pequeña caravana de ocho Vespas salió hacia las colinas.

Nuestro guía hizo paradas estratégicas para hablarnos sobre los detalles de construcción de la basilica San Miniato al Monte, que descansa sobre uno de los puntos más altos de la ciudad. Desde el Piazzale Michelangelo disfrutamos de una inolvidable vista panorámica de Florencia. Al alejarnos del centro, conocimos más sobre la uva que tanto le ha dado a la región.

Y precisamente en una de esas colinas, ya a pie entre los viñedos de chianti, nos esperaba una pausa deliciosa: en una villa con varias terrazas pudimos degustar el vino, probar algunos antipasti tradicionales —esta es la tierra de los crostini y el prosciutto toscano, después de todo— y conocer algunas variedades de pasta local. Decir que la vista era de película es poco.

Todavía recuerdo la sensación de aventura que me dejó esa tarde, conociendo la zona desde otro punto de vista, con el olor del vino por un lado y el sabor de la cocina por otro. Y sin embargo, aunque cada momento superó mis expectativas, no puedo decir que preferí una parada sobre la otra… porque al final, lo que más disfruté fue el recorrido completo. Después de todo, de eso se trata viajar.

Fotos: Cortesía de Nicole De Sanctis, Luis Aybar y Matteo Tessarow