Una noche de surrealismo mágico en Medellín

Luis Eduardo Sánchez y Ernesto Geara intentan describir con palabras la locura controlada de Dulce Jesús Mío, uno de sus lugares favoritos en Medellín

Por: Luis Eduardo Sánchez y Ernesto Geara

 

Así como los sabios, sin importar qué tan buena esté la comida, siempre dejan espacio en la barriga para el postre, creemos que los buenos viajeros siempre dejan espacio en su itinerario para lo inesperado. Nosotros fuimos a Medellín interesados en explorar la zona alrededor del Parque Lleras, en la zona del Poblado, con sus calles repletas de discotecas y barcitos. Ahí nos quedamos fascinados con restaurantes como Bonhomía, Elcielo y Carmen, pero el sitio que verdaderamente nos quitó el aliento no estaba en nuestra agenda.

Recorriendo la zona en un carro de Uber, aprovechamos para preguntarle a nuestro conductor sobre sitios para bailar y divertirse de noche. Él inmediatamente nos hizo una única recomendación: la fonda Dulce Jesús Mío.

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Decir “fonda” es decir poco. Ese lugar es una locura, una constante fiesta, con un grupo de música cuyos miembros, vestidos de payaso, también hacen de animadores, con gente que se sube a las mesas para bailar, con un bar que parece una vitrina de juguetería, con un diseño de interiores que parece salido de la mente de Tim Burton si fuese paisa, con urinales en donde la descarga se hace sobre la cara de la pobre Mafalda, lavamanos en donde el agua sale por donde la Mujer Maravilla y Gatúbela nunca se imaginaron, con comediantes que hacen rondas de standup, con personas disfrazadas de muñecas y locas que te caen detrás, con un actor vestido de Pablo Escobar que te hace reírte de los nervios.

A pesar de tener un menú variado de picaderas para acompañar la bebida, de donde se destaca el chicharrón, vimos que la gente no iba a comer, sino a divertirse —¡ese es el espíritu colombiano!—. La cumbia está a la orden del día, pero lo dominicano también reina: la mitad de lo que suena es merengue y bachata —como dijo el animador, “Ustedes escuchan ahí sonando a Romeo, pero me parece que él canta como Julieta”—.

En Dulce Jesús Mío pasaban tantas cosas al mismo tiempo que no había lugar al aburrimiento. El precio del cover fueron los mejores ocho dólares que gastamos en Medellín, y el consejo de nuestro conductor de Uber es algo que seguiremos pasando a todos los que planean visitar la joya de la región paisa en Colombia.

Fotos: Luis Eduardo Sánchez, Ernesto Geara y Dulce Jesús Mío