¿El lujo en Amanera? Anticiparlo todo.

Nuestra presidenta estuvo recientemente en Amanera, el enclave en Playa Grande de la cadena hotelera Aman. ¿Su conclusión? Esta definición de lujo es fascinante.

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POR: Katingo Haché de Santelises

Una de las tendencias que he estado observando con más detenimiento en estos últimos años es la diversificación de los servicios de lujo en la hotelería. Hoy hay tanta digitalización y globalización que el servicio que antes hacía un conserje con memoria de elefante hoy lo hace una aplicación –muchos huéspedes llegan al hotel con una lista de los puntos más instagrameados en la ciudad y hasta del hotel, pues muchos saben de antemano cuál interiorista se encargó de la decoración del establecimiento.

Estos últimos cinco años han sido una carrera por ampliar, entonces, la definición del lujo… y recientemente conocí una, aquí mismo en República Dominicana, que me dejó sorprendida.

Hace un par de años la cadena de alta gama Aman abrió su primer enclave en el país, el Amanera en Río San Juan. El conjunto de casitas que compone el complejo en terreno empinado parece una serie de viviendas Fallingwater de Frank Lloyd Wright, pero pensadas para clima tropical. El equipo del arquitecto británico John Heah estuvo detrás de la exquisita participación de la teca, los impresionantes elementos suspendidos por cables —desde esculturas hasta voladizos— y cada uno de los objetos funcionales, incluyendo los vasos y las bandejitas en las habitaciones.

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La combinación de madera, metal y hormigón es exquisita, sí, y el servicio es de un nivel que merece aplausos —el personal viene en su mayoría de Abreu, Cabrera y Río San Juan, y ofrecen un trato detallado a los huéspedes—. La selección de ocio es fantástica, con un itinerario que va desde el yoga y los entrenamientos privados de ejercicios HIIT hasta una exploración de sembradíos de cacao.

Sin embargo, en esa estadía concluí que lujo también es encontrar una bandeja que encaje perfectamente con el mobiliario, o que el control remoto de la televisión desaparezca en un huequito hecho especialmente para él, para así ofrecer una visual limpia. Lujo también es poder adaptar la pantalla solar al nivel exacto que se desea gracias a un mecanismo digital. Lujo, en otras palabras, es poder anticiparse a los deseos de los huéspedes no solo en el servicio, sino también en los espacios.

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Cuando se suma todo eso a la vista del Atlántico desde un acantilado, al campo de golf que estará abierto a fin de año y la increíble sensación de privacidad que se experimenta en el recinto, no me cabe duda de que la definición de lujo del Amanera es fascinante.

Fotos: Cortesía de Aman

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