Cinco lugares para visitar en Palma de Mallorca

Hay mucho que hacer en Mallorca: desde un pasadía de cala en cala hasta la exploración de una zona preferida por los creativos, pasando por paseos históricos.

POR: Miguel Arnaud

UN HOTEL: CAN ALOMAR

Aquí tengo que agradecer a Miguelina y a Laura, de Viajes Alkasa, por la recomendación y la reservación con beneficios Signature. El Can Alomar es un hotel boutique cinco estrellas, con apenas 16 habitaciones — entre ellas tres suites y seis junior suites— y ubicado en el céntrico Passeig del Born.

Más allá del ambiente y del excelente servicio —las recomendaciones del conserje valen oro—, quedé encantado con la comida. El desayuno, servido en una terraza, tiene platos conocidos con variaciones locales, como un revoltillo de huevos con queso y chorizo de la zona. Aparte, el hotel tiene un restaurante de cocina de fusión japonesa, peruana y mediterránea muy concurrido, llamado De Tokio a Lima.

UN RESTAURANTE: FLANIGAN

Una de las recomendaciones del conserje del Can Alomar fue cenar en Flanigan, el restaurante que suele visitar la familia real durante sus vacaciones de verano en Mallorca. Hice la reservación un mes antes, a través del hotel, y en Puerto Portals, frente al mar, pude disfrutar de un pescado a la sal y un pastel de manzana exquisitos.

UN PASEO: COMPRAS, COMIDA, HISTORIA

El Can Alomar tenía una ubicación privilegiada, y desde ahí fue fácil conocer el centro de compras de Palma de Mallorca, así como las variadas opciones de restaurantes —vale destacar el de Marc Fosh—. Aparte, tiene un casco antiguo precioso que contiene dentro una impresionante catedral —La Seu—, unos baños árabes y el Palacio Real de la Almudaina. Aparte, el Castillo de Belver parece salido de un episodio de Game of Thrones: ubicado a 100 metros de altura, sus murallas ofrecen un punto de vista privilegiado para observar la ciudad.

UN PASADÍA: LAS CALAS

Uno de los atractivos de la isla son las calas, esos pequeños tramitos de bahía donde el agua es tranquila y cristalina. Por eso, decidimos pasarnos un día saltando de una a otra, y junto con mi pareja y unos amigos alquilamos un bote para nosotros. El mar en el lado sur es hermoso, y tan sano que estaba casi siempre lleno de peces; en el lado norte hay lugares donde las playas son inmensas, con arena blanca.

Ahora, ¿lo mejor de ir por cuenta propia en el mar? Que uno puede hacer parada estratégicas en restaurantes a la orilla —nosotros así nos topamos con una paella deliciosa—.

UN DESCUBRIMIENTO: VANDAL

Todavía sigo pensando en el increíble foie gras que pedí una y otra vez —sí, en una sola visita— en Vandal. Este bistro propone tapas innovadoras, realizadas con ingredientes y técnicas que el equipo ha tomado prestados de la comida asiática y de varios países europeos.

Importante: este restaurante queda en Santa Catalina, la zona en desarrollo de Mallorca. Es, para explicarles, lo que Williamsburg era a Manhattan para mediados de la década pasada: la zona donde estaban todos los creativos inventando, pero como estaba relativamente desconectada del centro, mucha gente no se aventuraba a visitar.

De volver a Palma de Mallorca, yo no solo me aventuraría a explorar más la zona de Santa Catalina, sino que hasta extendería mi estadía. Me imagino, con todo lo que la isla tiene que ofrecer, que uno podría pasarse dos semanas allá sin aburrirse ni un solo día.

Fotos: Fuente externa